domingo, 6 de junio de 2010

Crónica de la Incursión a Gnomeregan

 El grupo rebelde a las órdenes del Manitas Mayor se reunió a las puertas del Banco Central de Forjaz, la ciudad fortaleza de los enanos de Dun Morogh donde los gnomos se refugiaron tras la invasión de Gnomeregan por el ejército trogg. Una vez reunidos allí, a la luz de las antorchas que iluminan la plazoleta, Kröny, Voidmaster, Cladia y Oprá, prepararon su marcha y pusieron a puesta todo el equipo. Dado que la joven Oprá no disponía aún de Mecanopío propio, el grupo  incursor decidió partir a pie, con los fardos cargados a las espaldas.


              Cladia                                                   Kröny




               Voidmaster                                            Oprá

En el camino, al final del sinuoso camino montañoso que da acceso a Forjaz, se reunieron con el grupo de jueces de Ventormenta, liderados por el cruzado de la sangre Matheus. Tras los respetuosos saludos y las cordiales presentaciones pertinentes, ambos grupos acordaron que los Rebeldes de Gnomeregan, junto con el elfo que acompañaba a los jueces entrarían en la ciudad gnoma y llevarían a cabo la operación, mientras los jueces cubrían la entrada para evitar que los refuerzos nos cortasen la retirada.

 Sin mucha dificultad, el entrenado equipo rebelde accedió a las afueras de la ciudad y, siguiendo el plano dibujado por los espías de Mekkatorque, alcanzaron el hangar donde se encontraba el Tecnobot y, gracias a las habilidades ingenieras de Cladia, extrayeron la memoria del robot como el Manitas Mayor había pedido.

 Durante la búsqueda del robot encontraron y liberaron de sus cadenas al ingeniero gnomo que Termochufe tenía cautivo en el hangar y salieron de allí. Tras un largo camino, el grupo accedió a los túneles que dan paso al nivel inferior de Gnomeregan, túneles que los troggs usaban para enviar sus refuerzos. Allí, nos encontramos con Emi, una gnoma de los nuestros experta en demoliciones. El equipo incursor tubo que hacer frente al ejército de refuerzo que los troggs enviaron en ayuda de Termochufe y neutralizaron la amenaza, derrotando a uno de los troggs mayores que lideraba el ejército. Con las indiscutibles habilidades de Emi, el grupo selló los túneles, lo cual retrasaría el avance de los troggs.

 El equipo, continuó la operación y, tras grandes esfuerzos para abrirse camino, consiguió alcanzar la base de la resistencia gnoma en el corazón de la ciudad, donde tuvimos descanso y curas, ya que Oprá había sido herida por los troggs. Una vez recompuestos, combatimos junto los defensores de la base la amenza trogg de los alrededores y liberamos de su cautiverio al desvalido goblin Kernobee, al cual escoltamos hasta la salida y Cladia lo guió hasta ponerlo a salvo.
 Con una gnoma menos en el grupo, Kröny, Voidmaster, Oprá y el enviado élfico continuaron el avance por los túneles hasta llegar a una plazoleta invadida por mocos malvados que, pese a los esfuerzos del equipo, derribaron a Oprá. Fue entonces cuando Voidmaster desató su oscuro poder arcano para liberarla de las cadenas de la muerte y traerla, a través de una compleja invocación, al mundo de los vivos, junto a nosotros, lo cual devolvió la alegría a los corazones del resto. Aparentemente intacta, Oprá continuó sin problema con la operación. Al llegar a la columna central, tuvimos que neutralizar oleadas de gnomos contaminados que se lanzaban sin parar contra el equipo. Lamentaremos amargamente la masacre que nos vimos obligados a llevar a cabo. Aún así alcanzamos al segundo de Termochufe, en la plataforma central y, tras un duro combate acabamos con él, presas de la ira y el odio.

 Descendimos a los niveles inferiores de la ciudad, donde nos dimos cuenta que la corrumpción de Termochufe no había afectado a sus corazones, sino que había nublado la mente de los gnomos contaminados, haciéndoles creer que éramos nosotros los troggs, en lugar de los verdaderos troggs, por lo que el equipo decidió evitar el combate en la medida de lo posible. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de algo que no esperábamos, los enanos del hierro negro eran fieles aliados de Termochufe y tuvimos que hacer frente a sus hachas y minas con valor. Void guardó la esencia del alma de Oprá en una piedra arcana, lo cual la salvó de nuevo la vida cuando un hierro negro la alcanzó por la espalda.


 Una vez aseguramos la zona, llegamos guiados por el robot ardilla guía a la sala del trono de Termochufe, donde nos deshicimos de su guardia de seguiridad y le condenamos con odio por lo que había hecho. No obstante, volvió a optar por atacarnos y envió a sus bombas gigantes mecánicas contra el equipo incursor, que las combatimos y desarticulamos exitosamente. Entonces fue cuando comenzó el duro combate contra Termochufe, pues controlaba desde su interior un robot de combate. Tras sobrecargar los escudos deflectores del artefacto, este se desplomó, acabando con Termochufe de una vez. Pero mientras el grupo celebraba el éxito de la incursión nos dimos cuenta de el gran error que cometimos. Kröny examinó el cuerpo del gnomo y golpeó su cabeza con fuerza. Su guante metálico chocó contra algo metálico también, sin deformar la cara del gnomo. Fue entonces cuando se confirmaron sus sospechas ya que el cuerpo no sangraba. No era el auténtico Termochufe, sino una imitación robótica del mismo. El verdadero traidor sabía que iban a venir. Los ruidos de cascos metálicos adviritieron al grupo de que un gran ejército sobre mecanopíos se acercaba desde los niveles superiores. ¡Todo había sido una emboscada!

 Sin más demora, el grupo, guiado por la ardilla mecánica encontraron un pasadizo que atajaría el camino y permitiría al grupo escapar sin cruzarse con el ejército armado de Termochufe que avanzaba hacia ellos. Tras varios combates despejaron el camino y llegaron al hangar donde se encontraban los restos del Tecnobot por el atajo, ya habían llegado algunos refuerzos a la zona y tuvimos que combatirlos. Ascendimos rápidamente como pudimos al nivel superior gracias a las plataformas instaladas por la ciudad y conseguimos escapar, no sin mucho esfuerzo, de la trampa de Termochufe.


 Finalizada con éxito la operación, pese a la jugarreta de Termochufe, el equipo de gnomeregan y el enviado élfico regresaron extenuados al refugio de Forjaz donde se presentaron ante el mismo Gelvin Mekkatorque, el Manitas Mayor y entregaron el informe. Mekkatorque, muy satisfecho, les concedió sus honorarios y una medalla de distinción por el servicio dado a cada uno de los miembros del equipo. Tras los  protocolos pertinentes, agradecimos la recompensa a nuestro rey y marchamos hacia la plaza de Forjaz. Allí nos despedimos de nuestro compañero elfo que volvió de vuelta a sus tierras y los tres gnomos Kröny, Oprá y Voidmaster fuimos a la taberna de Forjaz a celebrar el éxito de la operación. Algún día atraparíamos a ese traidor de Termochufe, pero ahora era el momento de relajarse. Fue así como, ya liberados de las armaduras y los equipos de combate, celebramos el momento con enormes jarras de bourbón y bailes, lo que sin duda pasaría factura a los gnomos en forma de dolor de cabeza, ya que por todos es conocido que los gnomos no tienen mucho aguante ante el alcohol.

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